Ser emprendedor es sinónimo de ser valiente. Y lo es porque si una palabra puede estar asociada al emprendedor, ésa es “riesgo”. Hay tantas cosas que pueden salir mal a la hora de poner en marcha un negocio que sólo alguien que atesore una firme determinación puede hacerlo con garantías de que el proyecto en el que trabaja tiene presente y, sobre todo, futuro.
Y es que el riesgo es algo inevitable. Ya sea en tiempo de crisis o de expansión económica, existen muchos peligros que ponen de manifiesto que hay que trabajar de manera persistente para conseguir un negocio exitoso y rentable. Afortunadamente, hay maneras para combatir todo tipo de riesgos y de miedos. Solo hay que tener claro en quién podemos confiar y dejarlo todo en sus manos.
Hace algunos años, mi socio Marc y yo, cansados de no encontrar trabajo por ningún lado, decidimos convertirnos en emprendedores. Dedicamos mucho esfuerzo y sacrificio a fundar nuestra empresa de mármoles y granitos, un sector que yo conocía bien debido a que mi abuelo había trabajado en él durante buena parte de su vida, transmitiéndome una para nada despreciable cantidad de conocimientos.
A pesar de ello, al principio nosotros no sabíamos a ciencia cierta cómo se iban a desarrollar los acontecimientos y si íbamos a ser capaces de gestionar bien nuestros recursos para obtener los máximos beneficios. Sin embargo, un poco de tiempo nos dio la razón: pronto empezamos a tener una demanda importante y unas ganancias que al principio ni soñábamos.
Habíamos llegado a una etapa importante dentro de la dirección de nuestra empresa: teníamos que tener muy claro lo que queríamos hacer con nuestros beneficios. Y, por desgracia, no lo sabíamos. Esto nos atormentaba. ¿Cuántas entidades han comenzado con buen pie, obteniendo grandes márgenes de ganancias, y han terminado ahogadas por las deudas como consecuencia de una mala gestión? Nosotros no podíamos consentir que eso ocurriera con nuestro negocio, así que nos pusimos en manos de Cetefin, una entidad especializada en asesoría financiera, para que nos transmitiera los mejores consejos para nuestro caso particular.
A los profesionales de Cetefin les hablamos de nuestra principal prioridad: evitar grandes riesgos con nuestro dinero. Tras una serie de reuniones con nosotros, nos propusieron invertir parte de nuestros beneficios en bolsa. Argumentaban que, con el bajo tipo de interés que nos estaba prestando el banco, no hacerlo limitaba y retrasaba nuestro crecimiento. Marc y yo, que no habíamos tenido esto en cuenta, pensamos que aquellas razones eran sólidas y que estaban perfectamente fundamentadas, por lo que comenzamos a valorar la posibilidad de seguir los consejos que nos brindaban.
El crecimiento soñado por los dos
Después de meditarlo por un tiempo, Marc y yo aceptamos la propuesta de los profesionales de Cetefin. Decidimos invertir una parte de las ganancias que habíamos adquirido. Por supuesto, no lo hicimos con todas ellas por si algo salía bien. A pesar de ello, los asesores nos comentaron que no teníamos de qué preocuparnos puesto que la filosofía de su entidad era invertir en acciones de empresas de diversos sectores y con un margen de mejora importante.
A día de hoy, podemos decir que los resultados devenidos de aquella inversión supusieron un antes y un después para nuestro negocio. Esas acciones nos reportaron más beneficios, y esos beneficios nos han permitido contratar más personal, aumentar nuestra oferta de manera considerable y por ende llegar a una mayor cantidad de público. Toda una proeza para una pareja de socios que no tenían ni idea de cuán interesante podía resultar invertir los propios beneficios en busca de ganar potencial.
Y es que qué importante es estar bien asesorado. Es idóneo. Es fundamental. Es una obligación para todos aquellos emprendedores que deseéis crecer y ver multiplicadas vuestras posibilidades. De la mano de los mejores profesionales, mi empresa lo ha conseguido.