Durante todos estos extraños meses caracterizados por la existencia de una pandemia a nuestro alrededor, nos hemos empezado a acostumbrar a diferenciar los servicios esenciales de los que no lo son, especialmente porque, en los meses de marzo y abril, se tuvo que restringir la actividad de los segundos con el fin de que se frenara la expansión del coronavirus. Fue entonces cuando empezamos a hablar de la importancia que tienen los servicios sanitarios, los de distribución, los de alimentación… Desde luego, está claro que, sin este tipo de servicios, nadie hubiera sobrevivido al confinamiento. En los párrafos que siguen, os hablaremos de otro de los servicios que han sido básicos para garantizar la salud y el bienestar de las personas y de las empresas durante toda la vida, pero que también ha sido mejor valorado en los últimos tiempos. Hablamos de un bien como lo es la electricidad, que es un instrumento básico no solo para disponer de luz en nuestras viviendas, sino para que funcionen todas las máquinas que hay en un hospital, para que funcionen los ordenadores que permiten organizar una distribución de comida y para que se garantice la eficacia en el trabajo de un almacén en el que haya bienes alimentarios o sanitarios. Ahí es nada.