¿Cómo hacer una transformación de la cultura empresarial?

La cultura empresarial también se conoce como cultura corporativa. Está formada por los valores, acciones, creencias, normas y pensamientos que se comparten dentro de la organización. Todos estos elementos que conforman la cultura de la empresa influyen directamente en el éxito empresarial. Por ello, es importante prestarles atención y trabajar en ellos. 

El conjunto de todos estos elementos afectan directamente a la toma de decisiones, la forma y dinámica del trabajo y la interacción interna y externa de la empresa. Es importante que cuando se establecen estos elementos estén alineados con los objetivos de la empresa. En aquellos casos en los que no es así es importante tomar medidas y hacer una transformación de la cultura empresarial. 

Hacer una transformación de la cultura empresarial es un proceso complejo, que requiere de un análisis profundo. Es necesario estar comprometido y dedicar tiempo, por parte de todos los miembros de la organización. No es cosa solo de una persona. 

Lo más importante y la base para efectuar la transformación de la cultura empresarial es reconocer la necesidad de cambio y por supuesto, estar dispuesto a cambiar y a enfrentarse a los desafíos y posibles problemas para lograr el éxito de la empresa. 

Para proceder a la transformación hay que tener claro que no existe un enfoque único o una fórmula universal que se aplique en todos los casos. Cada empresa tiene una necesidades y características diferentes y hay que trabajar de forma individual y personalizada.

El primer paso para una efectiva transformación de la cultura empresarial es realizar una evaluación de la cultura actual. Para ello, hay que identificar de forma clara los elementos actuales, ver en qué funcionan y en qué no, y comprobar si están alineados con los objetivos de la empresa. Se trata de la fase de diagnóstico. Necesaria y clave para llevar a cabo el plan de transformación.

A partir de ahí se necesita una comunicación, transparente y efectiva para un buen proceso. Así como implementar poco a poco los cambios establecidos en el plan. Es importante saber que se trata de un proceso continuo, que requiere trabajo diario y dedicación. 

Pasos para una transformación de la cultura empresarial

A continuación se muestran los pasos claves para la transformación de la cultura empresarial. 

Definir la nueva cultura deseada

Definir la nueva cultura deseada es un proceso crítico en la transformación cultural, ya que establece las bases para el cambio organizacional.  Para ello, lo primero de todo es identificar los nuevos valores de la empresa,  acciones, creencias, normas y pensamientos. 

Esta identificación exige, en primer lugar, una reflexión interna sobre la empresa, y en segundo lugar, una evaluación de cómo los elementos tienen relación y están alineados con los objetivos de la empresa. 

Dentro de esta fase, empezamos por establecer los objetivos de la empresa. ¿Qué se quiere conseguir?¿En qué plazo? A partir de ahí, hay que mantener la coherencia entre la cultura y los objetivos para que todos en conjunto remen en el mismo sentido. 

También hay que tener en cuenta el entorno en el que trabaja la empresa. Por ejemplo, por lo general, las empresas industriales suelen apostar por valores como la integridad. Mientras que en sectores más novedosos e innovadores suele primar la experimentación para seguir innovando. Se trata de adaptar la cultura al contexto en el que se mueve. 

Otro factor a considerar son las necesidades de los clientes y otras partes que tienen gran repercusión en la empresa. Una cultura adecuada, independientemente del tipo y sector de la empresa, debe reflejar, por un lado los compromisos con los clientes, la responsabilidad social y sus valores. Gracias a ello es más probable que las empresas alcancen sus metas internas y conecten tanto con su entorno como con las expectativas. 

No obstante, se puede contar la ayuda con expertos en hacer estudios para la transformación. Por ejemplo, Interim Management, es un servicio de gestión profesional que  se ocupa de reestructuraciones por efectos de cambios en el entorno, internacionalización y transformación de la cultura empresarial. Son profesionales que favorecen este tipo de cambios en las empresas, ayudan en la ejecución de un proyecto y la consecución de unos objetivos pactados previamente.

Comunicar la nueva cultura

En la transformación de la cultura empresarial uno de los aspectos más importantes, del que depende gran parte de la transformación efectiva es la comunicación. Una vez definido los objetivos y la cultura, es necesario comunicarlo a todos los miembros de la empresa y lo más importante de la forma adecuada. Debe ser entendido por todos. Para ello, es habitual apostar por comunicaciones internas, reuniones y programas de formación, entre muchos otros canales. 

En la comunicación debe primar la claridad. También el ser conciso en la explicación. Todos los miembros deben saber cuáles son los beneficios de la nueva cultura tanto para ellos como empleados como para los clientes y la empresa en conjunto. 

Otro factor clave dentro de la comunicación es la transparencia, así como incentivar a que exista comunicación entre todas las partes. Es una muestra de compromiso que favorece la aceptación de la nueva cultura. 

Establecer objetivos y métricas

La siguiente fase consiste en establecer objetivos y las métricas del proceso de transformación de la cultura empresarial. Sirve para evaluar y medir el progreso hacia la nueva cultura empresarial.

Los objetivos que se establezcan deben servir de guía para el cambio.  Por su parte, las métricas son una herramienta para evaluar si realmente está siendo exitosa o si se está implementando de la manera adecuada.

Los objetivos que se planteen deben tener una serie de características que son:  específicos, medibles, alcanzables, relevantes y oportunos (SMART). Con esto se quiere decir que se deben formular adecuadamente y ser cuantificables para una mejor evaluación. Cuando los objetivos son claros el enfoque y la implementación es más sencilla. Otras características que deben tener es que sean alcanzables y realistas, pues de no ser así su cumplimiento y éxito no están garantizados. 

Las métricas son instrumentos que se pueden cuantificar. Por ejemplo, los indicadores clave de rendimiento (KPIs) de la cultura. Podríamos hablar en este caso de la participación en programas de formación, la satisfacción del empleado o el tipo de comunicación que se lleva a cabo. Con métricas claras y relevantes la evaluación es precisa y de gran utilidad para la transformación de la cultura empresarial. 

Dentro de las metas a alcanzar deben ser tanto a corto como largo plazo. Sin una no se pueden alcanzar las otras. Van de la mano. Por ello, hay que valorar también la flexibilidad de dichas metas. Poder ajustarlos según el momento y la circunstancia. 

Como mencionamos, aquí la transparencia también es relevante. Mantener informado a todas las partes involucradas sobre el proceso y si se están cumpliendo o no las metas. 

Elaborar un plan de acción

La elaboración del plan de acción. De él depende que la transformación deseada de la cultura lleve a buen puerto. Es el paso fundamental, ya que es la guía para establecer las estrategias y acciones necesarias. 

El plan, como hemos dicho, es la fase en la que se piensan y elaboran estrategias y acciones para llevar a cabo la transformación. Para cada estrategia se debe establecer un objetivo, un plazo, los recursos y por supuesto, el responsable de su ejecución. 

Es importante que el plan de acción sea realista, es decir, que los objetivos que en él se planteen se puedan cumplir. Siempre contando con una o varias personas que lo ejecuten de forma adecuada y teniendo en cuenta los recursos necesarios y disponibles en cada caso. 

También hay que valorar la flexibilidad del plan. Debe tener la capacidad suficiente para adaptarse a los cambios que pueden surgir durante el proceso. En este sentido es importante la retroalimentación y la comunicación continua todos los miembros, tanto líderes como cualquier otro empleado. Esto favorece que los reajustes que sean necesarios realizar durante el proceso se hagan con éxito. 

Tanto la comunicación abierta como la participación activa de los empleados fortalecen los lazos de la empresa, el compromiso, el sentido de pertenencia y la creación de un ambiente colaborativo.

Implementar el plan de acción

Quizás la fase más importante de la transformación de la cultura empresarial. Se trata del momento de poner en marcha el plan de acción. De ella depende el éxito a largo plazo. Es la fase que consiste en iniciar todas las acciones planificadas para alcanzar los objetivos. 

Los líderes de la empresa son los encargados de liderar la implementación con todo lo que ello conlleva. Es decir, dirigir y guiar a toda la organización hacia la nueva cultura.  

La clave en esta fase es la comunicación. Los líderes deben estar en continua comunicación con los empleados. Deben explicar los cambios y los beneficios de la transformación. La comunicación es la base para que todos los miembros participen de forma activa en la transformación y por tanto, en el éxito de la empresa. 

Medir el progreso

Para saber si la transformación está siendo efectiva hay que medir el progreso a través de diferentes métricas. Son la manera más adecuada para evaluar si son efectivas o no las acciones que se están implementando para la transformación. Dentro de las métricas más destacadas se encuentran los indicadores clave de rendimiento (KPIs). En este caso, relacionados con la cultura. Ejemplo de ello son, como hemos visto, la participación, la mejora en la satisfacción del empleado o la alineación con los valores organizacionales. 

Gracias a la medición del progreso se pueden identificar ajustes. Es decir, adaptar la transformación según sea necesario para lograr los objetivos. Pues aunque diseñemos un plan puede ser que en la puesta en práctica algo falle. Con esta medición se pueden reajustar determinadas acciones a tiempo. 

La adaptabilidad y la flexibilidad son dos factores claves para esta fase. Permite detectar problemas, pero también contribuye a crear un entorno positivo, refuerza la motivación y el compromiso de todas las partes cuando todo avanza según lo previsto. 

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