Cómo proteger tu empresa de trabajadores deshonestos

Llega un punto en el que te das cuenta de que no solo tienes que sacar adelante el negocio, sino también protegerlo. Y una de las amenazas más difíciles de gestionar, aunque no siempre se hable de ello, viene desde dentro. Sí, hay trabajadores que no actúan con honestidad. No todos, claro. Pero cuando toca uno así, los daños pueden ser más grandes de lo que parece.

Tú puedes confiar, delegar, cuidar al equipo… y aun así encontrarte con alguien que no hace su trabajo, roba, sabotea o directamente vende información confidencial. En este texto te explico qué tipos de comportamientos son peligrosos, cómo puedes protegerte desde el principio, qué medidas legales puedes tomar si se da el caso.

 

Cuando el problema está dentro

Hay muchas formas de dañar una empresa desde dentro, y no siempre son tan evidentes como robar dinero de la caja. Estas son las más comunes, aunque cada negocio tiene sus riesgos específicos:

  1. No cumplir con el trabajo: Puede parecer leve, pero si alguien cobra un sueldo por algo que no hace o hace mal a propósito, eso es un daño directo. No es solo vaguear: también entra no seguir protocolos, retrasar entregas a propósito, saltarse pasos clave o ignorar instrucciones claras.
  2. Robar productos, materiales o dinero: Aquí entran los clásicos hurtos en almacén, las manipulaciones en caja o los pedidos fantasma que nunca llegan al cliente. Es más habitual de lo que parece, sobre todo cuando no hay control.
  3. Dañar equipos o instalaciones: A veces por descuido, otras por sabotaje. Desde no cuidar las herramientas hasta romper cosas con intención. Esto genera costes altos y muchas veces es difícil demostrarlo.
  4. Usar recursos de la empresa para fines personales: Vehículos y combustible… móviles, tarjetas o software. Si no está autorizado y se hace con conocimiento, puede considerarse apropiación indebida.
  5. Difundir o vender información confidencial: Esto es especialmente grave. Puede tratarse de bases de datos de clientes, estrategias, precios, procesos internos… cualquier dato que se use fuera con mala intención o se comparta con la competencia.
  6. Crear mal ambiente o manipular a otros empleados: A veces, el daño no es físico ni económico inmediato, pero mina el ambiente. Personas que generan rumores, manipulan, enfrentan al equipo o buscan debilitar la autoridad.

 

Prevenir desde el primer día

La mejor forma de proteger tu empresa es anticiparte. No todo se puede evitar, pero sí reducir riesgos.

  1. Define bien los contratos: Cada puesto debe tener un contrato claro, con funciones específicas, condiciones de trabajo y, si aplica, cláusulas de confidencialidad. Si hay algo que no queda por escrito, luego cuesta demostrar que alguien se ha saltado las normas.
  2. Usa cláusulas de protección legal: Puedes incluir cláusulas sobre propiedad intelectual, uso de material sensible, límites del uso de herramientas o sanciones en caso de mala praxis. Estas cláusulas deben ser razonables, legales y estar bien redactadas.
  3. Establece protocolos internos: Si todo el mundo sabe qué tiene que hacer, cómo y cuándo, es más fácil detectar cuándo algo se sale de lo normal. Esto aplica a tareas diarias, reportes, acceso a datos, uso de material…
  4. Control sin obsesión: Hacer controles regulares, tener trazabilidad de los movimientos importantes y supervisar ciertas tareas no es desconfianza, es prevención. Puedes apoyarte en sistemas informáticos, cámaras (si están justificadas y señalizadas) y revisiones internas.

 

Qué hacer si detectas algo raro

Si ya has notado algo que no cuadra, lo primero es guardar la calma y actuar con cabeza. No se trata de señalar sin pruebas, pero tampoco de mirar para otro lado. Lo importante es documentar, seguir el procedimiento legal y evitar errores.

  1. 1. Reúne pruebas: Necesitas evidencias antes de actuar. Correos, grabaciones legales, testigos, historiales de acceso, movimientos en el sistema… Todo lo que puedas guardar con fecha te servirá si luego hay que tomar medidas.
  2. No acuses sin base: Habla con la persona si hay margen, pero sin acusarla de nada grave hasta tener claro lo ocurrido. A veces se trata de un error y no de mala fe. En otros casos, negar de primeras es lo más habitual.
  3. Actúa con respaldo legal: Antes de sancionar o despedir, consulta con una asesoría laboral o un abogado. Un despido mal hecho, incluso si la falta es grave, puede volverse en tu contra en los tribunales.
  4. Si hay delito, denuncia: En casos de robo, daño intencionado o venta de información, tienes derecho a denunciar por la vía penal. No es solo un tema laboral, también puede haber responsabilidad penal según el caso.

 

Qué puedes hacer y qué dice la ley

Si ha llegado el momento de protegerte legalmente, hay varias vías. No todas implican llegar a juicio, pero conviene tener claras tus opciones.

  1. Apercibimientos o sanciones internas: Puedes advertir o sancionar a un trabajador por escrito si incumple normas claras. Esto queda registrado y sirve si luego necesitas justificar un despido.
  2. Despido disciplinario: Si hay una falta grave (como robo, sabotaje o filtración de datos), puedes despedir al trabajador sin indemnización. Debe hacerse cumpliendo los plazos y con una carta que detalle los hechos. Si el trabajador lo impugna, un juez decidirá.
  3. Reclamación de daños: Puedes reclamar judicialmente si ha habido pérdidas económicas directas por culpa del trabajador. Esto requiere pruebas sólidas y cuantificables.
  4. Denuncia penal: En casos graves (como apropiación indebida, coacciones, daños a la propiedad o revelación de secretos), puedes acudir a la policía o al juzgado. Aquí ya entra el Código Penal y no solo el ámbito laboral.
  5. Protección de datos y propiedad intelectual: Si alguien ha accedido o usado datos personales sin permiso, también puedes acudir a la Agencia Española de Protección de Datos. En cuanto a ideas, diseños, nombres de productos, etc., la Ley de Propiedad Intelectual también ampara a las empresas.

 

Qué dice un abogado sobre los pasos a seguir

En estos casos, es fundamental actuar con cabeza y no dejarte llevar por el enfado o el impulso. Estos expertos abogados laboralistas en Santander explican que muchas empresas cometen el error de despedir o sancionar sin una investigación previa o sin tener pruebas sólidas. Y eso, aunque haya razones de peso, puede acabar volviéndose en contra de la empresa.

Ellos recomiendan empezar siempre con una auditoría interna: revisar accesos, comunicaciones, movimientos bancarios o de almacén… y dejar todo documentado. Si hay testigos, mejor que firmen una declaración. Luego, antes de comunicar cualquier sanción o despido, aconsejan hablar con un abogado laboralista que redacte la carta con todos los detalles necesarios, fechas y hechos concretos.

También insisten en que no todo vale como prueba. Algunas grabaciones, por ejemplo, no son legales si no se han hecho cumpliendo la normativa de protección de datos o si invaden la intimidad del trabajador. En ese caso, un juez puede invalidarlas y darte la razón al otro.

 

Casos concretos en los que puedes actuar

Te muestro ejemplos muy comunes para que te hagas una idea de cómo reaccionar:

  • Una persona de caja empieza a cuadrar mal las cuentas varias veces al mes. Puedes revisar cámaras (si las tienes instaladas legalmente), comprobar los tickets, ver si hay patrones y hablar con ella. Si hay robo, puedes sancionar o despedir y denunciar si es grave.
  • Un comercial se lleva los contactos a su casa y empieza a ofrecerles productos similares por su cuenta. Puedes tomar medidas por competencia desleal y por uso indebido de datos si firmó cláusulas de confidencialidad.
  • Un trabajador rompe herramientas a propósito o sabotea el trabajo de otros. Si hay testigos, puedes abrir expediente disciplinario. Si hay daño económico, también puedes reclamar.
  • Alguien publica en redes sociales información interna o crítica grave sobre la empresa. Si rompe una cláusula de confidencialidad o daña la imagen del negocio, se puede sancionar o despedir, siempre que esté bien documentado.

Cómo protegerte sin convertir tu empresa en un lugar tenso

Este tema es incómodo, pero no hay que vivir con miedo. Puedes crear un entorno de confianza y a la vez proteger tu empresa.

  1. Cuida el proceso de selección: Busca personas con valores alineados con los de tu empresa. A veces es mejor alguien con menos experiencia, pero con buena actitud.
  2. Fomenta la transparencia: Si todo está claro y hay buena comunicación, es más difícil que alguien actúe mal. Y si lo hace, los demás lo detectan rápido.
  3. Sé justo, pero firme: No dejes pasar las cosas pequeñas si se repiten. Marca límites desde el principio.
  4. Forma al equipo sobre lo que se espera: A veces hay problemas porque no se ha explicado bien qué se puede hacer y qué no.

 

Tu empresa merece estar protegida

Nadie monta una empresa para acabar vigilando todo el día si alguien roba papel o manipula pedidos. Pero tampoco puedes permitir que se aprovechen de tu esfuerzo. Tener normas claras, actuar con criterio y saber cuáles son tus derechos es una forma de cuidarte y cuidar tu negocio.

No todo el mundo actúa con mala intención, pero cuando alguien lo hace, tienes herramientas para responder. No estás solo, y la ley también te protege si sabes cómo usarla.

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