La llegada de las nuevas tecnologías y de las novedosas redes sociales nos permiten estar comunicados de manera absolutamente inmediata con nuestros seres queridos. A día de hoy, nos parece completamente normal pasear por la calle y encontrarnos a nuestros convecinos escribiendo mensajes a toda velocidad e incluso enviando mensajes de audio. Y no nos engañemos: no es algo que afecte únicamente a los jóvenes. Cada vez más y más gente de todas las edades se está sumando a la fiebre de la mensajería instantánea.
Todo esto hace que otras maneras de comunicarnos se vean como algo más extrovertido, más inusual, más antiguo, incluso. ¿Qué pensaríamos si, por ejemplo, nos encontráramos a una persona hablando a través de un walkie talkie por la calle? A no ser de que se trate de algún agente del orden, pensaríamos que se trata de una persona anclada en el pasado. Probablemente, le aconsejaríamos que se comprara un móvil nuevo.
No obstante, la comunicación a través de un walkie talkie puede seguir siendo muy útil para un sinfín de cuestiones. Y no me refiero a tareas que tengan algo que ver con las labores que desempeñan cuerpos como el de la Policía o la Guardia Civil.
Desde hace un par de años, un viejo compañero de trabajo y yo decidimos abrir una fábrica de venta al por mayor de bebidas alcohólicas en el polígono de nuestro municipio. Al tratarse de un pueblo no demasiado grande apenas teníamos competencia en el sector, por lo que esperábamos obtener beneficios y otorgarle un futuro a nuestra recién creada entidad. Sin embargo, sabíamos de sobra que el modo de organizarnos iba a ser fundamental y que tendríamos que pulir nuestra manera de trabajar.
La fábrica que alquilamos era un espacio de grandes dimensiones. Nos hacía falta un lugar así, puesto que teníamos una gran variedad y cantidad de bebida que hubiese resultado incómodo almacenar en otro lugar diferente. Sin embargo, cuando un cliente acudía a nuestro lugar de trabajo a realizar un pedido, le atendíamos a duras penas. ¿Por qué? Porque mientras uno de nosotros atendía en caja, el otro era el encargado de recoger los pedidos que los clientes nos comunicaban desde la propia caja. Como la superficie era tan inmensa teníamos que andar a gritos y, además de la poca seriedad que ello implica, realizar el trabajo era incómodo para nosotros.
Pero encontramos la técnica perfecta
Teníamos que realizar nuestras labores de una manera diferente. Los dos trabajadores nos reunimos y decidimos que deberíamos emplear un sistema de comunicación eficiente para ejecutar los pedidos de la manera más rápida posible. En ocasiones apenas nos veíamos en el transcurso de la jornada porque mientras uno despachaba el otro colocaba las mercancías que iban llegando y acercaba las que pedían los clientes. Por eso era tan necesario obtener una comunicación permanente.
Hablar por móvil no nos resultaría nada rentable, por lo que teníamos que pensar en otra cosa. Entonces fue cuando dimos con la idea de la que antes os hablaba, la de los walkie talkies. Estos aparatos nos ayudarían a mantener una comunicación constante y a un bajo coste, por lo que inmediatamente empezamos a buscar empresas que nos los facilitaran.
Dimos con una a través de la página web www.milwalkies.com. Gracias a esta entidad pudimos tener, en un tiempo muy reducido, un par de walkie talkies de primerísima calidad, con una fiabilidad y una resistencia muy amplias. Al ser bastante baratos no nos lo pensamos dos veces. Acabábamos de poner en práctica la nueva técnica.
Una nueva técnica que, por cierto, resultó todo un éxito. A través de los nuevos aparatos pudimos comunicarnos sin ningún tipo de problemas entre mi compañero y yo. Como consecuencia, aumentó nuestra eficiencia y los clientes comenzaron a estar mucho más contentos debido a que ya no hacía falta que se esperaran demasiado para llevarse las bebidas que deseaban. Y tener a los clientes contentos es la clave para que todo negocio tenga prosperidad.